jueves, 9 de octubre de 2008

DE QUE SIRVE MOSTRAR LA HISTORIA

Mostrar la memoria de los pueblos es un ejercicio obligado para entender su presente y seguir construyendo
su futuro. Esa evidencia resulta ineludible a la hora de reforzar los vínculos culturales entre países que, como España
y México, comparten mucho más que una densa trama de intereses y afinidades ante los desafíos del mundo
actual. De ahí el valor de dar a conocer el origen de los procesos que han ido configurando nuestras realidades
sociales e históricas, remontándose, si es preciso, hasta sus inicios más remotos. En ese sentido, resulta
esclarecedora la trayectoria cultural que ofrece esta exposición.
Siglos antes de que existiera la idea moderna de nación, cuando las identidades colectivas apenas habían aflorado
a la conciencia de los pueblos, una gran estructura de poder se asentó en el solar de la última tierra conocida
hasta entonces en Europa, en la península poblada mucho antes por íberos, celtas, griegos y fenicios. Roma creó
la conciencia de Hispania, que se proyectaría a lo largo de la llamada Edad Media bajo sus versiones visigótica, islámica,
hebrea y de los diversos territorios cristianos, siempre nostálgicos de una unidad superior que conformase
su ineludible diversidad.
De ese conglomerado heterogéneo, marcado por anhelos y sueños comunes, nacería España. La aventura vital
que la engendró fue, en mayor grado aún que la protagonizada por otras grandes naciones europeas, una mezcla
continua de pueblos y culturas, que en la Península Ibérica resultó más intensa y persistente a lo largo del tiempo.
Aquel proceso, iniciado con la crisis de la Antigüedad romana, se prolongó desde finales del siglo XV a través del
gran océano hasta entonces apenas explorado, y configuró un Nuevo Mundo humano y cultural gestado también,
entre no pocas represiones e incomprensiones, por ese espíritu abierto a la integración de la sangre y las costumbres
que denominamos mestizaje.
La presente exposición, organizada por la Sociedad Estatal para la Acción Cultural Exterior y el Consejo Nacional
para la Cultura y las Artes de México, con el concurso del Instituto Nacional de Antropología e Historia,
nos ofrece un recorrido sintético pero esclarecedor por los principales hitos de esa aventura secular. Las piezas expuestas
pueden contemplarse como otras tantas incitaciones a la reflexión sobre las raíces de esa realidad de vida,
de cultura, que constituye el más profundo y valioso patrimonio compartido por la gran comunidad iberoamericana,
a partir de un mestizaje al que, cada vez más, vuelve a tender el conjunto de nuestra civilización.
Los diversos estilos que se suceden en esta muestra, evidencian la incorporación progresiva de lo hispánico a los
valores del occidente europeo junto a la confluencia de las culturas cristiana, judía y musulmana, y reflejan la fuerza
del encuentro entre ideas, gustos y sensibilidades como una lección de diálogo y entendimiento aún viva. Algunos
de los mejores logros de esa aventura se presentan ahora al público mexicano para profundizar en el conocimiento
de nuestras raíces comunes y seguir avanzando en la mutua cooperación de nuestros pueblos, objetivo
que constituye una prioridad de la acción política y cultural del Gobierno de España.
MIGUEL ÁNGEL MORATINOS CUYAUBÉ / Ministro de Asuntos Exteriores y Cooperación
CARMEN CALVO POYATO / Ministra de Cultura

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